Los idiomas escritos se componen de letras, palabras y frases, conjuntadas en base a una serie de normas del lenguaje, normalmente recogidas en algún tipo de ente regulador como una Academia de la Lengua. Sin embargo, acabar así la definición de un idioma escrito sería encorsetarlo a un nivel simplista, mecánico y rígido, que nada tiene que ver con la realidad, pues los usos lingüísticos forman parte inseparable de un idioma y lo convierten en un ente orgánico. Los idiomas tienen vida propia. Así, la normativa lingüística forma el esqueleto básico del idioma, pero el resto del cuerpo lo conforman una serie de usos y recursos lingüísticos de cuya correcta elección depende la belleza del cuerpo.

De igual modo, podemos definir una traducción como una base formada por las normas básicas de la traducción de uno a otro idioma (el esqueleto) y por unos usos lingüísticos y unos recursos en el idioma de destino que acaban de formar el resto del cuerpo.

Así pues, la clave para una traducción aceptable es cumplir con las normas y ser correctos en las elecciones. Pero la clave para dar el siguiente paso, es decir, para conseguir una traducción excelente, es conseguir una redacción nativa en el texto de destino. Dicho en otras palabras: debemos conseguir que la traducción no parezca una traducción, sino un texto original redactado en ese idioma final. Para ello, se hace imprescindible el concurso y la buena labor de traductores nativos o de nivel nativo en el idioma de destino.

En KM Alarabi garantizamos dicho estatus final en las traducciones, de forma que estas parezcan textos originales en su redacción. No dude en solicitar su presupuesto personalizado.